La madrastra de su amiga siempre parecía tan recatada y puritana, pero en la privacidad de su apartamento se transformaba en una fiera insaciable que disfrutaba del sexo más salvaje con su amante.
La apretada vecina del piso de abajo se quejaba constantemente del ruido que hacían en el apartamento, pero él sabía que en realidad era porque lo escuchaba gemir de placer cuando tenía relaciones con su novia.
La madrastra de su amiga sedujo a su novio y lo llevó a un apartamento para enseñarle todo lo que sabía sobre el sexo, y él se sintió como en el paraíso.
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